De parejas que se aman y se odian al mismo tiempo está colmada la historia de Hollywood. Desde clásicos como Ayuno de amor ( His Girl Friday ) hasta títulos más recientes como Dos pájaros a tiro, El amor cuesta caro o Sr. y Sra Smith , ha habido decenas de variaciones en el cine. El caza recompensas es una más, aunque tiene poco de variación (no es la primera vez que se intenta aderezarla con algo de intriga policial) y confía excesivamente (como ya sucedió en otros casos) en el atractivo de su pareja protagónica. Aquí la responsabilidad corre por cuenta de Jennifer Aniston y Gerard Butler, que ponen su oficio y su buena presencia pero raramente establecen entre ellos la química indispensable para que la receta funcione. Porque aquí, a falta de inventiva, todo es receta. Aniston es Nicole, una periodista del Daily News especializada en investigaciones, trabajo que suele tomar tan a pecho que ha sido una de las causas de su fracasado matrimonio con Milo. Este (Gerald Butler, claro), ha perdido su lugar en la policía de Nueva York y ahora emplea sus malgastadas dotes de detective en pescar fugitivos y cobrar recompensas. Cualquiera puede sospechar que, para que haya encuentro entre los dos y muchos rounds más de la vieja pelea que parecía terminada, es necesario que ell
a sea buscada por la Justicia (la causa es poco más que una infracción de tránsito) y que por ese motivo se convierta para él en una presa que le rendirá dólares. Se viene, claro, una persecución. La primera; habrá muchas otras, implacables, derivadas de la pasión periodística de la chica: en lugar de presentarse ante la Corte el día en que había sido citada, se entusiasma con un caso de suicidio que le huele mal y sólo consigue echarse encima a una banda de narcotraficantes que quizá tiene conexión con policías corruptos.

