Cuánto tiempo puede durar un amor verdadero, pese a las mentiras y el dolor ocasionado por una injusticia, la diferencia de clases, la separación entre los amantes y hasta una guerra de por medio?
Expiación, deseo y pecado, como se vende aquí a Expiación, la gran novela de Ian McEwan, trata sobre un romance que no conoce límites, un drama profundo en el que interfieren la envidia y los celos en una sociedad de clase alta. En el verano de 1935, en la mansión de los Tallis Robbie, el hijo del ama de llaves, es becado por la familia adinerada en Cambridge. Allí también estudia Cecilia, la hija del medio. Y Briony (13) ama en silencio a Robbie, por lo que una carta de él que no debió llegar a sus manos ni a las de Cecilia motivará una furia que se derivará hacia una acusación que al joven lo llevará a la cárcel.
Esos primeros minutos de Expiación, en la mansión, son los que atraparán al espectador. Pero si Expiación conmueve hasta los huesos es por cómo esa relación entre Cecilia y Robbie resulta creíble, y eso se debe a una infinidad de factores. Comenzando por el guión, los diálogos, la maestría del director Joe Wright (Orgullo y prejuicio), sus encuadres, y todo lo que tiene que ver con la ambientación -fotografía, dirección de arte, diseño de vestuario y música, todos rubros por los que la película puede ganar con comodidad los llamados Oscar de arte- más, claro está, las interpretaciones en general, y de Keira Knightley, James McAvoy (El último rey de Escocia) y en particular de la pequeña Saoirse Ronan.
La adaptación, entonces, hace honor a la novela, algo que no suele suceder muy seguido. Porque Expiación es una historia de amor "como las de antes", con mentiras y sorpresas, sobre el dolor y la esperanza, pero contada desde un posmodernismo no afectado, en el que El paciente inglés es una referencia insoslayable.
También, en la visión que Wright y en el guión de Christopher Hampton (Carrington) muchos acontecimientos llegan al espectador desde una doble mirada: se los relata dos veces. Así, desde los ojos de Briony detrás de una ventana, un encuentro cerca de la fuente de la mansión entre Cecilia y Robbie tiene un significado, terriblemente diferente al real, el que vemos segundos después. Que Briony sueñe y quiera ser escritora jugará y mucho en la trama, ya que su fantasía motivará un quiebre en la historia de los amantes.
La escena por excelencia de Expiación, pero por motivos técnicos y estilísticos, es un plano secuencia de cerca de cinco minutos durante la evacuación de las las playas de Dunkirk, al norte de Francia, de las tropas inglesas. Es "la" escena de guerra, porque durante el resto del relato Wright opta por lo intimista. No es James Ivory revisitado, ni cinema quialité: entre la sensualidad, la pasión y el dolor que manifiesta un elenco excelente, Expiación es la gran obra romántica que el cine nos debía desde hace años.
Fuente : El Clarin
Expiación, deseo y pecado, como se vende aquí a Expiación, la gran novela de Ian McEwan, trata sobre un romance que no conoce límites, un drama profundo en el que interfieren la envidia y los celos en una sociedad de clase alta. En el verano de 1935, en la mansión de los Tallis Robbie, el hijo del ama de llaves, es becado por la familia adinerada en Cambridge. Allí también estudia Cecilia, la hija del medio. Y Briony (13) ama en silencio a Robbie, por lo que una carta de él que no debió llegar a sus manos ni a las de Cecilia motivará una furia que se derivará hacia una acusación que al joven lo llevará a la cárcel.
Esos primeros minutos de Expiación, en la mansión, son los que atraparán al espectador. Pero si Expiación conmueve hasta los huesos es por cómo esa relación entre Cecilia y Robbie resulta creíble, y eso se debe a una infinidad de factores. Comenzando por el guión, los diálogos, la maestría del director Joe Wright (Orgullo y prejuicio), sus encuadres, y todo lo que tiene que ver con la ambientación -fotografía, dirección de arte, diseño de vestuario y música, todos rubros por los que la película puede ganar con comodidad los llamados Oscar de arte- más, claro está, las interpretaciones en general, y de Keira Knightley, James McAvoy (El último rey de Escocia) y en particular de la pequeña Saoirse Ronan.
La adaptación, entonces, hace honor a la novela, algo que no suele suceder muy seguido. Porque Expiación es una historia de amor "como las de antes", con mentiras y sorpresas, sobre el dolor y la esperanza, pero contada desde un posmodernismo no afectado, en el que El paciente inglés es una referencia insoslayable.
También, en la visión que Wright y en el guión de Christopher Hampton (Carrington) muchos acontecimientos llegan al espectador desde una doble mirada: se los relata dos veces. Así, desde los ojos de Briony detrás de una ventana, un encuentro cerca de la fuente de la mansión entre Cecilia y Robbie tiene un significado, terriblemente diferente al real, el que vemos segundos después. Que Briony sueñe y quiera ser escritora jugará y mucho en la trama, ya que su fantasía motivará un quiebre en la historia de los amantes.
La escena por excelencia de Expiación, pero por motivos técnicos y estilísticos, es un plano secuencia de cerca de cinco minutos durante la evacuación de las las playas de Dunkirk, al norte de Francia, de las tropas inglesas. Es "la" escena de guerra, porque durante el resto del relato Wright opta por lo intimista. No es James Ivory revisitado, ni cinema quialité: entre la sensualidad, la pasión y el dolor que manifiesta un elenco excelente, Expiación es la gran obra romántica que el cine nos debía desde hace años.
Fuente : El Clarin