El documento, que se subastará próximamente en la galería Idea Generation de Londres y cuyo precio se espera que supere los 600.000 euros, está en propiedad de Annie Mawson, quien dirige la ONG Sunbeams Music Trust, dedicada a ayudar con la música a niños con dificultades de aprendizaje. Mawson recibió ese documento directamente de alguien que trabajaba en la oficina de McCartney después de que ella escribiera al músico para contarle cómo había ayudado a un niño autista a tocar al piano su Yellow Submarine.
"Escribí a Paul McCartney en 1990 -explica Mawson- para decirle que trabajaba en una escuela especial en Cumbria. Uno de los alumnos era autista, pero una de sus obsesiones eran los Beatles. Conseguí ganarme su confianza y logré que (el niño) interpretara al piano Yellow Submarine, lo que hizo que lograra la medalla de plata del Príncipe de Edimburgo".
"Fue conmovedor ver cómo aquel niño salía de su aislamiento, y quería que Paul McCartney lo supiera. Al mismo tiempo yo quería fundar mi propio centro, y le pedí medio millón de libras, pero mi carta llevaba ya once cuartillas, escribí: En realidad, Paul, no quiero dinero. Sólo quiero que sepas la alegría que causaste". Según Mawson, meses más tarde recibió una carta de respuesta con un logotipo que indicaba que venía de la oficina de McCartney y que contenía ese documento de 1911.
Cuando McCartney fue entrevistado tras la publicación de Eleanor Rigby en 1966, el beatle explicó que tomó el nombre de Eleanor de Eleanor Bron, que trabajó con los Beatles en la película Help!, de Richard Lester, y Rigby, de una firma de Bristol dedicada al comercio de vino, Rigby & Evens. Pero en los años ochenta se descubrió una lápida con el nombre de Eleanor Rigby en el cementerio de la escuela de San Pedro, de Woolton (Liverpool), al que solían ir de adolescentes McCartney y John Lennon para tomar el sol.
La Eleanor Rigby real había fallecido en octubre de 1939 a la edad de cuarenta y cuatro años, pero a diferencia de los seres solitarios de la canción de los Beatles, había estado casada. Paul McCartney ha negado siempre que se inspirase para su canción en el nombre de esa lápida aunque en cierta ocasión reconoció que tal vez lo hubiese registrado su subconsciente.