24 noviembre 2007

Desaparecio en la noche : Con el corazón en la boca

Dennis Lehane es el autor de Río Místico y también de Gone Baby Gone, la novela en que se basa Desapareció una noche, sustancioso thriller con una fortísima carga dramática, y al que el debutante Ben Affleck como realizador le imprimió un suspenso trepidante, vibrante. Affleck evidencia un talento en un grado que, ciertamente, nunca había demostrado como intérprete, convirtiéndose así en otro promisorio director surgido de la actuación.


Porque para ser una opera prima, Desapareció una noche tiene elementos suficientes como para patear el tablero de la comodidad de Hollywood. Por empezar, el tema. Desapareció... tiene un planteo moral referido a la suerte de una menor, que fue secuestrada, pero a medida que el filme avanza las preguntas van aglutinándose en la cabeza del espectador. ¿Cómo es posible que Amanda, de cuatro años, haya desaparecido? ¿Por qué no avanza la investigación de la policía, si en el barrio pobre de Boston todos se conocen? ¿Cuál es el papel de los medios ante una tragedia de esta envergadura? Y ¿estaba bien Amanda con su madre drogadicta?, ¿se puede reparar el dolor?

De a poco, pedofilia, adicción a las drogas, y secretos no develados van adosándole capas al relato, para el que Affleck eligió a su hermano menor Casey como protagonista. Terco, Patrick (Casey, a quien le sienta mucho pero mucho mejor el papel de Robert Ford, como se verá dentro de unas semanas en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) es un investigador privado, a quien la tía de la niña contacta cuando advierte que las horas pasan y no hay novedad sobre la suerte de Amanda. Los puntos en común con aquella película de Clint Eastwood no se terminan en el caso de un presunto abuso sexual -aquí hay pistas que llevan a pensar en un paidófilo y una pareja de drogadictos recién salidos de prisión-. Como en Río Místico el poder de decisión, la influencia que Lehane le otorga a los personajes femeninos es determinante. No sólo a Helene, la madre soltera de Amanda (Amy Ryan), también a Angie (Michelle Monaghan), la pareja de Patrick. Es que los personajes de Desapareció una noche tienen mucha más carne y pliegues de lo que aparentan en sus presentaciones. Los policías que interpretan Ed Harris y Morgan Freeman, o el tío de Amanda (Titus Welliver) se contradicen o hablan de más, sencillamente porque son mucho más humanos que los personajes escritos en papel. Y eso es mérito del autor, pero también de Affleck, quien tiene pulso para calibrar emociones, y un manejo del suspenso para nada habitual en un director que debuta.

Las reminiscencias con el actual caso de Madeleine McCann no son tantas, a excepción de la desaparición de la niña. Lo de Madeleine sirve para promoción, pero la película vale, y mucho, por méritos propios, siendo un thriller pero con una carga emotiva devastadora.

Porque tampoco es demasiado usual que a una frase lapidaria como "Matar es un pecado" se le responda "Depende del asesinado"...