
En 2001, antes de que llegara a las pantallas, este drama sobre una familia que tiene como negocio una funeraria (en una casa que también sirve de vivienda del grupo) acaparó la atención de los medios, ya que su creador era Alan Ball, guionista y productor da Belleza Americana, que un año antes ganó el Oscar a Mejor Película.
Y tal como lo hizo en esa cinta, Ball se centró en mostrar el lado B (y mucho más real) de la estructura familiar estadounidense. Y partió por abordar un clásico tema tabú: la muerte. Los Fisher lucran de ésta con su negocio y, literalmente, quieren escapar de ella. Obviamente sin resultados. Eso es muy claro en el primer episodio, cuando el deceso del patriarca, Nathaniel (Richard Jenkins), sirve para reunir al grupo. A esto se suman a que en este círculo rondan las enfermedades mortales, suicidios y asesinatos.

Pese al evidente tono sombrío del programa, Six Feet Under mantiene aquellas atractivas características de los shows de HBO, como agudo sentido del humor, libreto inteligente, violencia, situaciones absurdas, sexo y el factor sorpresa.
Esta última temporada parte el próximo sábado con un capítulo que dirige Rodrigo García (Con Sólo Mirarte). Nate y su eterna novia, Brenda (Rachel Griffiths), experimentan ansiedad y miedos ante sus planes de matrimonio. Los temas de pareja también se extienden a David y su novio Keith (Mathew St. Patrick), quienes discuten el tema de la adopción. Mientras, Ruth ve cómo su relación con George (James Cromwell) empeora por la enfermedad mental de éste.
Con el debut de este quinto ciclo se cierra una de las producciones más aclamadas de HBO que se despiden de pantalla, sumándose a Sex and the City (donde el cuarteto de amigas construyeron entre ellas su propia familia), para ser seguida por Los Soprano, clan mafioso que está en plena retirada con su temporada final