Skandar Keynes, el jovencísimo Edmund Pevensie (uno de los héroes de "Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero") tiene el aire de un quinceañero común y corriente cuando llega al County Hall de esta capital para participar del lanzamiento de la versión en DVD de la exitosa película.
A su lado permanece todo el tiempo una señora que le tiene el teléfono celular, no se sabe si para ayudarlo o para controlar mejor las llamadas. La mujer tiene un aspecto todavía más rudo que la gobernanta de la casa de campo en donde los cuatro hermanos Pevensie fueron puestos al reparo de las bombas de los nazis sobre Londres en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Con mochila, jeans y zapatillas, Keynes no luce como el astro del cine en que se ha convertido. El film que lo tuvo como protagonista le dio a Disney y a Walden Media en la última Navidad nada menos que 700 millones de dólares de ingresos en todo el mundo. Y la batalla entre el bien y el mal que está en el centro de la historia parece haber agradado también a un público particularmente elevado: una proyección especial tuvo como espectadores a los monseñores que forman parte del Consejo Pontificio para la Comunicación Social, en el Vaticano.
El equipo de "Narnia", como no podía ser de otra manera dados los números del debut, ya regresó al trabajo para llevar al cine el segundo de los libros de la gran saga de novelas para chicos escrita por el irlandés C. S. Lewis en la década del 50. Es "El príncipe Caspian", cuyo estreno mundial se prevé para diciembre de 2007.
El norteamericano Perry Moore, de 34 años, es el verdadero genio de toda esta empresa. Fue él quien convenció a Disney para que adquiriera los derechos cinematográficos de las obras de Lewis. "Mi madre me alentó a leer los libros desde que era chico", dice. Pero lo que parece haber logrado Moore por encima de todo fue evitar que una versión exageradamente "hollywoodense" llegara a la pantalla grande. "De ese modo arruinábamos el libro. Creo que me las ingenié para explicar que si yo mismo llegué a entenderlo cuando tenía siete años todo iba a funcionar bien siempre y cuando nos mantuviéramos fieles al texto original", explica.
Con este antecedente, Moore cree que no habrá problemas en repetir la fórmula para la segunda parte. "En «El príncipe Caspian» los cuatro hermanos Pevensie volverán a ser llamados por Narnia cientos y cientos de años después de la primera aventura, porque el reino que está detrás del armario los necesita de nuevo", adelanta.
¿Habrá nuevos personajes? "Reepicheep, un enorme ratón que siempre lleva consigo una espada, está muy orgulloso de su cola y, además, habla", anticipa Moore. El don de la palabra le fue concedido por el rey león Aslan después de que Reepicheep mordisqueó las cuerdas que lo tenían aprisionado luego de que la Bruja Blanca le dio muerte. ¿Y el nuevo villano? "Es Miraz, el Señor protector de Narnia, tío del príncipe Caspian", responde el productor. También regresará Jadis, la Bruja Blanca "para una aparición muy especial y crucial", dice Moore. Habrá que creerle, porque fue él quien propuso para el papel a Tilda Swinton.
En menos de un mes se iniciará la búsqueda de los intérpretes de estos nuevos personajes. "Mientras tanto, no traten de adivinar. Acuérdense cuando en los diarios se dijo que Nicole Kidman iba a ser la Bruja Blanca. Recuerdo que en ese momento me había subido a un helicóptero con el director de la película, Andrew Adamson. Como saben, él tiene una larga cabellera blanca que le llega a la espalda, algo muy lindo para ver desde atrás. Pero de allí a confundirlo con Kidman...", describe Moore.
El propio Adamson tiene mucho apuro por filmar esta secuela. "Es que los cuatro hermanos Pevensie están envejeciendo", explica Moore, y no bromea. William Moseley, que interpreta al valeroso Peter, tiene 19 años, y es ya un actor profesional que dice sólo tener miedo "de convertirse para siempre en Peter de Narnia". Susan (Anna Popplewell) tiene un año menos, pero no podría decirse lo mismo cuando se la ve de cerca. Y hasta la hermanita Lucy (Georgie Henley, 11 años), la más pequeña, verdadera alma de la historia, parece también más grande. En cuanto a Skandar, durante el rodaje de la primera parte creció tan rápido que fue necesario ajustarle tres veces el tamaño de la armadura.