21 agosto 2006

Manderlay

El danés Lars von Trier se ha convertido en uno de los principales detractores de las posiciones norteamericanas, pese a que jamás ha pisado los Estados Unidos (tiene pánico a los aviones y sólo se traslada por tierra en su casa rodante). El intervencionismo de los presidentes de ese país en materia de política exterior, los libros que ha leído sobre las contradicciones e hipocresías de esa sociedad, las películas que ha visto en los 50 años de vida que cumplió en abril último y los intelectuales que ha escuchado le alcanzan -asegura- para ofrecer una mirada siempre despiadada y provocativa sobre la mayor potencia del mundo.

Pruebas contundentes de esas posturas poco condescendientes son "Manderlay", película que él mismo dirigió y "Dear Wendy", un no menos incendiario guión suyo filmado por su amigo y discípulo Thomas Vinterberg.

Odiado por buena parte de los estadounidenses pero venerado por la intelectualidad europea cada vez que sus películas se estrenan en el Festival de Cannes, Von Trier aprovecha -como los viejos agitadores- todo espacio público para denunciar, atacar, cuestionar e ironizar sobre las posturas políticas, técnicas y estéticas del cine predominante y para reivindicar sus contrapropuestas, que apuntan a derribar los cánones y los estándares actuales.

"Manderlay", una contundente alegoría sobre el racismo y la crisis de los ideales democráticos norteamericanos, es la segunda parte de la trilogía "USA: Tierra de oportunidades", que inició con "Dogville", en 2003, y que finalizará en 2007 con "Wasington" (así, sin "h"). Ambientada en Manderlay, un imaginario pueblo de Alabama, en 1933, la película muestra a la heroína Grace -hija de un gangster- luchando por terminar con la esclavitud, que perdura en ese lugar pese a haber sido abolida 70 años atrás, e intentando organizar a la maltratada comunidad negra de una plantación algodonera.

Espacios abiertos

Con la ascendente Bryce Dallas Howard y un amplio elenco que incluye a Danny Glover, Willem Dafoe, Chloe Sevigny, Udo Kier y Lauren Bacall, Von Trier vuelve a trabajar sobre un enorme espacio vacío, lleno de marcas y pocos elementos escenográficos, con lo que dota al film de una artificialidad y una teatralidad que lo hacen decididamente experimental. "El espacio abierto me interesa mucho y ya desde su premisa destruye un montón de convenciones", opinó durante la conferencia de prensa en Cannes 2005.

A la hora de analizar su pésima relación con los críticos norteamericanos, el director de "Bailarina en la oscuridad" y "Contra viento y marea" aseguró que cree que el arte consiste en provocar. "El término «provocación» ha sido dotado de un sentido peyorativo, pero una provocación inteligente alimenta el debate. Yo no soy antiestadounidense, pero a esa supuesta democracia no le gusta que la critiquen, y menos aún desde el exterior. Aunque yo no sea un crítico demasiado relevante, porque acepto que soy fácilmente cuestionable, Estados Unidos merece ser criticado, especialmente en temas como el racismo o el intervencionismo."

Antes de cerrar la trilogía sobre los Estados Unidos con "Wasington", Von Trier decidió festejar los 10 años de la creación de su movimiento Dogma 95 con el rodaje de "The Boss of It All", una comedia satírica y moral sobre las desventuras de un actor contratado para ocupar el lugar del jefe de una empresa que debe tomar medidas antipopulares y que, por lo tanto, no quiere dar la cara. Jens Albinus, Jean-Marc Barr e Iben Hjejle encabezan este film que tendrá su primaveral première el próximo 21 septiembre en el marco del Festival de Copenhague.