El doctor Reed Richards, el hombre elástico, y Sue, la chica invisible, están a punto de concretar un matrimonio que por distintas razones ya han postergado cuatro veces. Cuando el ejército solicite la ayuda de los 4 Fantásticos para investigar un extraño fenómeno cósmico que ha alterado algunos factores climáticos del planeta, la boda deberá volver a esperar. Pronto sabrán que todo es causado por un extraño ser plateado que se desliza en el aire sobre una especie de tabla de surf igualmente cromada, y cuyo poder supera al de ellos cuatro. Los Fantásticos cederán a la presión militar y terminarán aliados a un peligroso conocido, que parece haber descubierto algunos secretos del Silver Surfer. Reed, Sue, Ben y Johnny deberán entonces superar algunas crisis de grupo, para poder determinar finalmente cuál es la verdadera amenaza.
El avance de la tecnología digital ha beneficiado a aquellas películas en las que una parte importante de su eficacia descansa en el trabajo de convertir en verosímil aquello que es irreal, es decir, efectos especiales que ya no se basan sólo en el arte tradicional del maquillaje, sino que dependen cada vez más de las creaciones virtuales. Los 4 Fantásticos y Silver Surfer es un buen ejemplo. No es que esta segunda parte sólo tenga para ofrecer un puñado de paisajes, situaciones y criaturas conformadas por pixeles, sino que por el contrario tiene detalles dignos de destacarse. En primer lugar, su duración. Es que a semanas de los estrenos de las maratónicas Spiderman 3 y Piratas del Caribe 3, el espectador sabrá agradecer los acotados 85 minutos netos de esta película. Y no porque la llegada del final sea un deseo recurrente a lo largo de la proyección, sino porque se supieron dosificar los momentos de acción y de diálogo, y evitar el exceso de subtramas inútiles y de largas secuencias climáticas, o la aparición efímera de personajes secundarios sin el desarrollo adecuado. Libre de estos ripios, el director Tim Story pudo concentrarse en la narración de la historia que quiso contar, sin brillos ni genialidades, es cierto, pero demostrando buen oficio y criterio. No es poco a la luz de los ejemplos mencionados.
Otro punto a favor es la utilización del humor, presente sobre todo en la oposición del carácter juguetón de Johnny al más tosco de Ben, la mole, y en el infaltable cameo de Stan Lee, prócer del comic y creador de los más importantes caracteres de la Marvel, como Spiderman, los X-Men, Hulk, además de estos 4 Fantásticos y de otros etcéteras. Como en algunos de esos trabajos, aquí también aparecen los conflictos de la doble vida y del temor a ser distinto, reflejados en esa boda frustrada, y en la perspectiva improbable de una existencia normal. Apelando a valores como la unión, la confianza mutua o el sacrificio por los demás, los héroes aprenderán al fin, con una simplicidad esperable en este tipo de películas, que no está tan mal ser diferente y que su vida como abnegados salvadores del mundo no es incompatible con sus deseos humanos, porque siempre hay caminos nuevos por descubrir. Aquí, lo más abominable puede convertirse en tabla de salvación, y el verdadero enemigo ser un viejo conocido de la casa.
Pero sin lugar a dudas lo más destacado de la película es la aparición de Silver Surfer, encarnado por Doug Jones, un especialista en ponerles el cuerpo a personajes virtuales, y que tendrá película propia para 2009. Un personaje oscuro y melancólico, que incluso convertido en amenaza despliega carisma y un misterioso halo de nobleza que lo vuelve irresistible, y que a los más viejos y rockeros les traerá (de forma involuntaria) el recuerdo de Joe Satriani surfeando con alienígenas