
La que aparece en una zona de riesgo más complicada es la pulcra Bree (Marcia Cross) quien, decidida a rehacer su vida —e impactada por su primer orgasmo—, termina casada con Orson (Kyle Maclachlan) pese a que sus amigas de Wisteria Lane le advierten, en plena ceremonia, que el galán bien puede ser el asesino de su anterior esposa, misteriosamente desaparecida. La confianza casi obsecada de Bree no deja margen para la vuelta atrás, pero la fiesta de casamiento va a ser interrumpida de todos modos, por un policía que busca a Orson para que vaya a identificar un cadáver. Así la flamante pareja termina en la morgue judicial, en una escena tan ridícula como ominosa: el cuerpo no era de la ex, pero Orson lo saluda cariñosamente antes de cerrar la puerta.
Y mientras una se casa, otra se divorcia. Gabrielle (Eva Longoria) no cede a los embates de Carlos (Ricardo Chavira) que quiere volver con ella. Pero quizá las cosas cambien ahora, con la tremenda sorpresa que les deparó el parto de la empleada china a la que habían alquilado el vientre y se convirtió en amante de Carlos. La chica, que rompió bolsa en plena fiesta de casamiento, dio a luz un niño ¡negro! y los Solís tendrán que unirse para pensar en el camino a seguir.

Tan mala como la culpa, ese sentimiento que va invadiendo el corazón de Susan (Teri Hatcher) al mismo tiempo que crece su relación con Ian (Dougray Scott). La romántica del grupo ya ha pasado mucho tiempo cuidando de su amor, Mike Delfino, sumido en un coma cuatro, cuando descubre en el hospital a un hombre en su misma situación. ¿Habrá lugar para un nuevo amor?
No se sabe, pero lo cierto es que siempre hay lugar para un poco más de locura entre "las chicas" de Wisteria Lane