08 marzo 2010

Una ceremonia sin brillos y sin sorpresas

"Este show es tan largo que ahora Avatar sucede en el pasado", bromeó Steve Martin en el final de la 82a. ceremonia de entrega de los premios Oscar. Tres horas y media se tomó la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood para reconocer lo mejor de la producción cinematográfica de 2009. Tres horas y media que parecieron más. Tal vez por la ansiedad local por la categoría de mejor película extranjera, tal vez porque el intento de los productores Bill Mechanic y Adam Shankman de revitalizar la transmisión no resultó del todo exitoso. Después de una temporada de premios que comenzó en enero, la noche más glamorosa de Hollywood careció del brillo y el interés de otros años. Salvo para los aperuanos y argentinos, claro.

Los galardones actorales estaban casi cantados, y aunque diez films compitieron por el premio de mejor película, lo cierto es que la pelea se resumía en Vivir al límite (el film que casi no consigue salas para ser estrenado) versus Avatar, la película más taquillera de la historia del cine. Con nueve nominaciones cada uno, Kathryn Bigelow y James Cameron fueron representados como dos maneras diferentes de hacer cine. Los casi seis mil votantes del Oscar eligieron esta vez la independencia por sobre el sistema de los estudios que reinan en Hollywood, otorgándole seis premios a Vivir al límite contra los tres de Avatar.

Pero lejos de moldear su noche según el modelo de austeridad de Bigelow, los Oscar parecieron tomar nota de las extravagancias del estilo Cameron. Así, en lugar de un conductor tuvieron dos, Martin y Alec Baldwin, ambos apenas graciosos. En vez de un comienzo tuvieron dos, primero con los nominados a mejor actor y actriz parados sobre el escenario y luego con un número musical protagonizado por Neil Patrick Harris, un popular intérprete televisivo cuyo talento no logró superar lo añejo de la propuesta. Y, en lugar de un homenaje a los fallecidos en el año que pasó, los organizadores decidieron incluir dos. El primero recordó al guionista y director John Hughes y el segundo, musicalizado por James Taylor (interpretando el tema "In My Life" de The Beatles), fue un montaje general, que no incluyó a Farrah Fawcett. Un error que en una producción del nivel de los Oscar no debería ocurrir.


Sandra, la mejor y la peor
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Está claro que Hollywood no quiere que Sandra Bullock haga comedias. ¿Cómo se explica si no que por su papel en la fallida All About Steve la actriz haya recibido y aceptado el sábado el premio Razzie a la peor actriz del año y que veinticuatro horas después por su papel en el drama Un sueño posible se haya ganado el Oscar a la mejor actriz? Según ella, se quedó con la estatuilla por cansancio de la Academia.

En uno de los mejores discursos de la noche, Bullock saludó a sus compañeras de rubro Gabourey Sidibe ( Preciosa ), Carey Mulligan ( Enseñanza de vida ), Helen Mirren ( The Last Station ) y Meryl Streep ( Julie & Julia ), con la que compartió un beso en los premios del público norteamericano hace unos meses y a la que mencionó al final de sus agradecimientos -emocionantes pero sin los molestos desbordes de otros años- como "mi amante, Meryl Streep". Igual de efectivo aunque extremadamente frío y ensayado fue el discurso del mejor actor de reparto, Christoph Waltz. El intérprete austríaco, que se lució en Bastardos sin gloria, le otorgó el único triunfo de la ceremonia al film de Quentin Tarantino, que competía por ocho premios. Para sorpresa de nadie, la comediante Mo´Nique se quedó con la categoría de actriz de reparto por su interpretación en Preciosa.

La primera nominación de Jeff Bridges fue en 1972, por su papel secundario en La última película, de Peter Bogdanovich, ambientada en un pueblo de Texas. Treinta y ocho años y muchísimos films después, otro personaje texano hasta la médula le consiguió su primer Oscar. Gracias a su desgarradora, inteligente y divertida interpretación del cantante de música country Bad Blake en Loco corazón ,Bridges se subió al escenario mientras la platea lo aplaudía de pie. Con la cadencia y los modismos de Dude Lebowski -el personaje de culto que interpretó en El gran Lebowski de los hermanos Coen-, Bridges agradeció y agradeció, superando bastante los 45 segundos reglamentarios. Una de las nuevas disposiciones de los productores que buscaron ganar tiempo para poder organizar un absurdo número de baile que representó a las cinco nominadas en la categoría de musica original. La mezcla de danza moderna y hip hop buscó atraer el público joven, lo mismo que la presencia de los protagonistas de Crepúsculo , Kirsten Stewart y Taylor Lautner, para presentar un innecesario montaje dedicado al cine de terror.

"La mejor película es Vivir al límite", anunció Tom Hanks, al que sólo le faltó salir corriendo del escenario para demostrar que la aburrida, larga y desilusionante 82a. entrega de los Oscar había terminado.