30 abril 2007

La vida en rosa.. la vida de Edith Piaf

No hay menos de media docena de momentos en esta película capaces de desmoronar un bunker, y en todos ellos aparece la figura menuda, maltrecha, nerviosa y al tiempo arrasadora de Edith Piaf en un escenario, o de la actriz que la interpreta, Marion Cotillard, tan por completo distinta que se ha debido de poner en manos de un taxidermista para clavar física y emocionalmente al personaje. La película que firma Olivier Dahan es un riguroso biopic (¿se puede ser ambas cosas?) sobre la estrella de la canción, cuya vida, en absoluto y por lo que se cuenta, no fue una vida rosa.

Dahan escoge un estilo pomposo y una estructura rota para acercarnos al melodrama y tragedia vital de Edith Piaf. El espinazo de la narración lo forman tres momentos cruciales de su vida: la niñez, la vejez y su irrupción en el estrellato, y sobre esa columna se enredan otros tiempos y circunstancias, entran personajes y se solapan y mezclan detalles y anécdotas de su vida.

Es una película a la que hay que irse acostumbrando, a medida que transcurre (afortunada o desafortunadamente te da tiempo de sobra para ello), del mismo modo que hay que irse acostumbrado a las formas y fondos del personaje, una Edith Piaf antipática pero entrañable, espesa pero genial, frágil pero durísima, esperpéntica y digna, toxicómana y con una fuerza de voluntad inquebrantable, romántica y perversa..., una artista en la cumbre y arrugada, a la que milagrosamente llena sin rebosar la espléndida Marion Cotillard, de ojos saltones (sin tenerlos) y de brazos ensarmentados y rígidos. Hasta tal punto es brillante su encarnación de la mujer y de la cantante que se echan a faltar más interpretaciones, más actuaciones ante el público (que debieran de ser los momentos más comprometidos con la verosimilitud y que son, de largo, los mejores de la película). O casi los mejores, porque habría que subrayar un pasaje, un instante, absolutamente genial y que se debe exclusivamente al modo que tiene el director de retratarlo: La muerte en accidente de aviación del boxeador marroquí Marcel Cerdán, el gran amor de su vida, está contada en la película de un modo abrumadoramente poético, hasta tal punto estilizado que el propio espectador duda de ella, de ellas (de la muerte y de Edith Piaf)... Todo el tramo del desenlace pretende alcanzar similar grado de inspiración lírica, pero con relativo éxito.

"La vie en rose" tiene varios elementos que hacen de ella una buena película, pero sólo dos que la hacer realmente especial: la voz de Piaff y el trabajo de Cotillard