27 junio 2005

ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS


Jim Carrey y Kate Winslet están estupendos en sus roles en"Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos" Posted by Hello

La personalidad de Charlie Kauffman como guionista pesa más que la de Michel Gondry como director, y marca indeleblemente esta película con sus constantes cinematográficas: el juego del tiempo y la ruptura de la narrativa convencional, la memoria y la búsqueda en la infancia de una explicación del presente, la multiplicidad de una identi-dad extravagante y algo neurótica, y la existencia de universos paralelos donde realidad y mundo imaginario se mezclan e interac-túan.

Joel (Jim Carrey), un joven inadaptado, encuentra el sentido de su vida al conocer a Clementine (Kate Winslet) y enamorarse de ella. Al poco tiempo, la relación cae en la rutina y un día descubre que ella le ha olvidado: se ha sometido a un tratamiento neurológico por el que le ha borrado de su memoria, para recomenzar su vida. Dolorido y desesperado, Joel procederá él también a hacer desaparecer de su cerebro todos los recuerdos de Clementine, aun-que la tarea no será tan fácil.
Se trata de una película sobre las segundas oportunidades y la necesidad de amar las limitaciones y defectos del otro, sobre la propia identidad y la memoria como esencia de la persona, sobre el amor y la capacidad de rectificación para anular el fatalismo determinista. Y del matrimonio como lugar para dar un sentido a la vida y “buscar la paz de un alma jodida” –en palabras de la sufrida Clementine– que busca la felicidad en un mundo que en ocasiones se presenta como una pesadilla de la que uno quiere olvidarse. Así es la vida también para Joel, que ve discurrir sus más bellos recuerdos junto a otros no tan felices, queriendo borrar estos últimos como si de una película so-metida a moviola se tratara. Triunfo absoluto de la subjetividad, donde la realidad se recrea a conveniencia en el interior del propio cerebro, y donde el amor se identifica con la memoria hasta reducir la persona a un nombre o un recuerdo que, si se olvida, destruye consigo al amado.

La compleja estructura de su guión exige del espectador paciencia y la complicidad de entrar en un juego en el que se rompen las coordenadas espaciales y, sobre todo, las temporales, con un viaje al pasado y unos intentos por reconstruirlo desde el presente. En esa alambicada trama, entre mágica y onírica, el espectador continuamente se verá obligado a reescribir la historia, a ir de lo real a lo imaginario (a lo que se supone que son recuerdos que pronto se borrarán), a pasar de un dramático presente a la dulce infancia, y de ésta al inmediato pasado en el que la pareja se conoció y decidió romper relaciones. Pero aunque ese ritmo vertiginoso exige una actitud activa, quien mantenga la atención descubrirá unos sugerentes planteamientos acerca de la vida, el amor y el arrepentimiento, a la vez que se conmoverá ante bellas y poéticas escenas como la del estanque helado o la casa que se va derrumbando.

Narrativa posmoderna que rompe con las estructuras habituales, pensamiento profundo sobre el individuo y el amor, e innovadora puesta en escena apoyada en recursos visuales sencillos como luces focales, sobreexposiciones de luz o montaje de videoclip –ámbito del que procede Gondry–, todo para crear unas atmósferas de desamor y perplejidad. Si el guión es extraordinario, las interpretaciones de Jim Carrey y Kate Winslet no le van a la zaga, con una expresividad que no cae en lo histriónico ni en lo sentimental, y que sí trasmite fuertes emociones que llevan la película de la tragedia a la comedia, y vuelta: queda así una obra original y vanguardista, densa y a la vez entretenida, de ésas que dan para hablar a la salida del cine.