Botero y sus pinturas inspiradas a las torturas en Abu Ghraib
Fernando Botero (Medellín, 1932) suele mirar el mundo con una ironía tierna y apacible. En esta ocasión, sin embargo, sus paquidermos humanos carecen de ternura y son observados sin la menor ironía mientras padecen torturas en un ambiente oscuro, delimitado por rejas y fondos ocres. El pintor y escultor colombiano expone desde hoy en Roma, por primera vez, casi medio centenar de obras inspiradas en los horrores de Abu Ghraib, la cárcel de Bagdad donde soldados de Estados Unidos torturaron y humillaron a decenas de prisioneros iraquíes. La serie dedicada a Abu Ghraib forma parte de una colección mucho más amplia, de 170 piezas nuevas, que permanecerá expuesta hasta el 23 de septiembre en el Palacio Venecia de la capital italiana.
El título genérico de la muestra es Botero, los últimos 15 años. Pero la atención se centra en los "cuadros del horror", lo que el propio artista llama "el corazón sangrante" del recorrido. "El arte tiene el poder de vencer el olvido", dijo ayer Botero en la presentación de la exposición, "y quiero que estas pinturas sean el testimonio permanente de un crimen colosal". Botero comparó sus cuadros sobre Abu Ghraib con el Guernica, de Pablo Picasso, que había hecho "eterna" la memoria de un bombardeo y unos horrores que, "sin esa obra maestra, apenas se recordarían".
La colección sobre la cárcel iraquí expuesta en Roma consta de 45 piezas (en total hay más de 60, pero el pintor prefiere no mostrar por el momento una parte de ellas) y fue elaborada a lo largo de 2004. Botero descubrió los hechos leyendo un ejemplar de la revista The New Yorker, cuyo reportero Seymour Hersch fue el primero en revelar lo que ocurría en el interior de Abu Ghraib y en ofrecer al público las fotografías realizadas por los propios torturadores. El artista se encontraba a bordo de un avión y se sintió, dijo, "rabioso, enfurecido". Tomó papel y lápiz y empezó a trazar durante el vuelo los bocetos iniciales.
Impresiona contemplar las familiares figuras obesas de Botero retorcidas en el suelo, golpeadas y manchadas de sangre. Ojos vendados, hombres encadenados y vestidos con ropa interior femenina, perros con las fauces abiertas sobre presos desnudos y aterrorizados... La espantosa liturgia de Abu Ghraib, simbolizada por un hombre encapuchado y forzado a permanecer con los brazos en cruz, rechina bajo el pincel suave del artista colombiano y multiplica su impacto emocional.