05 marzo 2007

Dos actrices que les encanta odiarse en pantalla

"Me moría por trabajar con ella. Y cuando lo hice, descubrí que era un verdadero sueño", dijo a comienzos de este año Cate Blanchett sobre Judi Dench, por lo que sembró algún desconcierto entre quienes siguen al detalle la aplaudida carrera de ambas actrices en el cine.

Empero, más de un memorioso se habrá preguntado cómo podría aguardar Blanchett con tantas expectativas la posibilidad de trabajar junto a Dench si ambas compartieron cartel protagónico en Atando cabos , el film que Lasse Hallström rodó en 2001. "Es que nunca había coincidido con ella en una escena -aclaró Dench en febrero, durante una conversación con el enviado especial del diario madrileño ABC al Festival de Berlín-. Aunque estuvimos juntas en el set de filmación, nunca tuvimos la oportunidad de compartir un momento ante las cámaras."

Y de inmediato devolvió gentilezas: "Cate es una actriz que yo compararía con Ian McKellen, un actor que tiene 25 maneras distintas de hacer una escena y siempre sabe cuál es la correcta. Por supuesto, es tarea del director escoger la toma, pero trabajar con alguien que tenga esa capacidad es maravilloso. Cate es una actriz fabulosa, de una sensibilidad impresionante".

Por fin, el encuentro se pudo concretar y ambas terminaron compartiendo buena parte de la trama de Escándalo. Con el resultado más provechoso que podría imaginarse: tanto Dench como Blanchett resultaron nominadas al Oscar (como actriz protagónica y actriz de reparto, respectivamente) por este film de complejos contornos dramáticos e intimistas ambientado en un colegio secundario de Londres, al que concurre un alumnado de clase media baja y sectores obreros.

Barbara Covett (Dench) lleva muchos años allí como profesora de historia, severa, respetada y de vida solitaria, y no tarda en establecer una amistad íntima con su colega de artes plásticas Sheba Hart (Blanchett), a quien le cuesta en un principio compatibilizar su desenfado con el conflictivo perfil de los estudiantes. Todo cambia cuando Barbara descubre que Hart, casada y con dos hijos, mantiene un vínculo sexual con uno de sus alumnos, de 15 años. Desde allí, la relación entre ambas quedará expuesta a una serie de recelos, sospechas y ambigüedades que más de una vez dejará mal parada a Barbara.

Una relación particular

Dench confesó que, a diferencia de lo que suele hacer, conocía el libro de Zoe Heller en el que se basa este film adaptado por el dramaturgo Patrick Marber ( Closer ) y dirigido por Richard Eyre, realizador de Iris y de la inédita entre nosotros Stage Beauty . "Normalmente, acepto un personaje llevada por el instinto. Cuando Michael vivía, me leía todo lo que me enviaban, pero ahora prefiero hacer lo mismo con algunos amigos, por más que no todos están dispuestos a hacerlo. Yo misma no lo hago", dijo Dench, en referencia y recuerdo de Michael Williams, con quien se casó en 1971 y a quien acompañó hasta su muerte en 2001 a causa de un cáncer de pulmón.

Esta vez, insistió Dench, las cosas fueron distintas. "Mi colega y amigo Geoffrey Palmer me envió el libro y lo leí de inmediato no bien supe cuál era la trama. Es uno de esos personajes que al final del día, cuando una se quita todo el maquillaje, llevan a pensar: «¡Qué bueno! Estoy feliz de volver a ser normal»", comentó entre risas, al recordar el episodio durante una entrevista realizada en diciembre último en el Reino Unido, mientras Dench actuaba a sala llena como la señora Quickly, en una versión musical de Las alegres comadres de Windsor , de Shakespeare.

Precisó Dench que varios factores se unieron para sumarse con entusiasmo al proyecto: su extenso trabajo previo junto a Eyre en teatro, cine y TV ("me alcanza con verlo para saber qué quiere", señaló), la admiración incondicional que siente hacia Blanchett y, por qué no, la posibilidad de interpretar un papel un poco más desagradable de lo habitual en ella. "Es así -reconoció-, aunque Barbara resulta finalmente víctima de las circunstancias que ella misma urdió. Siempre me preguntan si me gusta el personaje, y yo creo que no corresponde hacer ese juicio. Frente a cualquiera, hay cosas agradables y desagradables; es lo que hace a la gente interesante."

Para Dench, el comportamiento de Barbara adquiere tintes muy reprochables. "Diría que es una persona conndida, emocionalmente inestable, como un niño. Interpretarla resultó un gran desafío porque nunca me tocó hacer algo así antes, pero estoy bastante segura de que no volveré a repetir un personaje como éste", puntualizó.

Las dos protagonistas de Escándalo se quedaron finalmente con las manos vacías en la noche del Oscar, pero no parecen haber quedado especialmente afectadas por el traspié. Dench -ausente en la ceremonia por una operación de rodilla- había pedido a los votantes de la Academia que se pronunciaran por Helen Mirren, amplísima favorita y al cabo ganadora, y Blanchett tenía a priori escasas posibilidades frente a otro número puesto como Jennifer Hudson.

De todos modos, Blanchett no lamentó tanto el Oscar perdido como que Dench no le hizo uno de los almohadones con bordados que suele hacer como terapia durante los rodajes. "Un día, el dramaturgo David Hare me dijo que Judi le había hecho especialmente uno cuando recibió una muy mala crítica. Y en el bordado puso «mándalos al diablo» tres veces", recordó Blanchett a Cindy Pearlman, de The New York Times News Service.

Quien seguramente debe de tener más de uno de esos almohadones es Pierce Brosnan, el 007 que tuvo a Dench como jefa en cuatro rodajes. El papel de M le dio a la actriz una popularidad que jamás antes había alcanzado. "Pierce y yo entramos juntos al mundo de Bond. Eramos como el nuevo chico y la nueva chica, y cuando él dejó el personaje, yo seguí con Daniel Craig. ¿No es un actor sensacional? Lo bueno es que en Casino Royale mi personaje muestra un vínculo con 007 mucho más fuerte que en las anteriores, porque lo muestra al comienzo de su carrera. Cuando hago estas películas, me siento mucho más alta", manifestó.

Pero por más que el cine parece demandarla casi a tiempo completo, Dench prefiere afirmarse en un permanente regreso a su gran amor: el teatro. "Cuantas más películas hago, más creo que el teatro es como un viejo amigo. Puede sonar exagerado, pero el teatro es para mí siempre una salvación, algo concebido para el alma."