El proyecto sonaba atractivo. Porque tanto Steve Carell como Tina Fey son dos muy buenos comediantes. Surgidos en la televisión estadounidense, él aún en The Office, ella en 30 Rock, o ambos en distintos momentos en Saturday Night Live, cuna de talentos humorísticos. E inclusive ellos se han destacado al escribir sus propios libretos -en particular Fey en SNL.
Pero no. En Una noche fuera de serie el humor, cuando hay situaciones que rondan la sonrisa, no es original ni inteligente, sino tirando al doble sentido más básico y ramplón. Ni siquiera en los créditos, con los outtakes, las tomas que quedaron afuera por distintos errores, motivan una mueca.
Los Foster, Phil y Claire, son un matrimonio aburrido de New Jersey que van a cenar a un restaurante top en Manhattan, sin reservaciones. Y aprovechan que los Tripplehorn no aparecen al llamado de la maitre, se hacen pasar por ellos y se sientan a degustar el menú.
Comedia de situaciones entre absurdas y equívocas, los Tripplehorn estaban chantajeando a un fiscal de distrito, por lo que unos policías que trabajan para un mafioso están tras ellos para que les den la prueba que incrimina al funcionario. Y así a los Foster les pasa más o menos de todo, y más o menos todo lo que usted ya vio en infinidad de comedias de este estilo, o algo parecido.
La película del director Shawn Levy se asemeja más a su Recién casados que a Una noche en el museo o Más barato por docena. Lo que tuvo en cuenta, y termina a su favor, fue la selección para cubrir papeles secundarios a unos cuantos famosos, que no vamos a revelar aquí, porque el espectador se perdería el efecto sorpresa.
Una noche fuera de serie pudo ser un nuevo vehículo para potenciar aún más a Carell y dar a conocer a Fey al gran público fuera de los Estados Unidos. Pero el resultado es tan poco afortunado que como consuelo queda verlos en la tele, donde sí exponen sus mejores recursos
Pero no. En Una noche fuera de serie el humor, cuando hay situaciones que rondan la sonrisa, no es original ni inteligente, sino tirando al doble sentido más básico y ramplón. Ni siquiera en los créditos, con los outtakes, las tomas que quedaron afuera por distintos errores, motivan una mueca.
Los Foster, Phil y Claire, son un matrimonio aburrido de New Jersey que van a cenar a un restaurante top en Manhattan, sin reservaciones. Y aprovechan que los Tripplehorn no aparecen al llamado de la maitre, se hacen pasar por ellos y se sientan a degustar el menú.
Comedia de situaciones entre absurdas y equívocas, los Tripplehorn estaban chantajeando a un fiscal de distrito, por lo que unos policías que trabajan para un mafioso están tras ellos para que les den la prueba que incrimina al funcionario. Y así a los Foster les pasa más o menos de todo, y más o menos todo lo que usted ya vio en infinidad de comedias de este estilo, o algo parecido.
La película del director Shawn Levy se asemeja más a su Recién casados que a Una noche en el museo o Más barato por docena. Lo que tuvo en cuenta, y termina a su favor, fue la selección para cubrir papeles secundarios a unos cuantos famosos, que no vamos a revelar aquí, porque el espectador se perdería el efecto sorpresa.
Una noche fuera de serie pudo ser un nuevo vehículo para potenciar aún más a Carell y dar a conocer a Fey al gran público fuera de los Estados Unidos. Pero el resultado es tan poco afortunado que como consuelo queda verlos en la tele, donde sí exponen sus mejores recursos