La película "Los abrazos rotos" del director español Pedro Almodóvar, cuyo reparto encabeza Penélope Cruz, fue recibida el martes con aplausos en el Festival de Cannes, aunque no con el entusiasmo con que fueron ovacionadas sus dos anteriores obras candidatas a la Palma de Oro.
Y, sin embargo, "Los abrazos partidos" es una película magistral. Entre melodrama y género negro con paréntesis de comedia, entre pasado y presente, entre la película que él nos cuenta y las que se filman en el interior de su historia, Almodóvar construye una osada arquitectura cinematográfica que no impide la fluidez de la narración.
Harry Kane (Lluis Homar) es un guionista ciego. Su nombre en realidad es el seudónimo de Mateo Blanco, director de cine que perdió la vista y a la mujer que amaba, Lena (Penélope Cruz) en un accidente de automóvil. Desde entonces, para él, cineasta que no puede hacer cine, Mateo ha muerto y sólo acepta ser nombrado con el nombre de Harry.
Catorce años después del drama, la reaparición del hijo del empresario Ernesto Martel (José Luis Gómez), productor de su última película y amante que Lena abandonó por él, obligan a Mateo a afrontar el pasado.
Lena era su actriz en la comedia que rodaba entonces, "Chicas y maletas", una recreación de "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que encanta a los admiradores de Almodóvar y que ofrece a Penélope Cruz un brillante doble rol.
En "Los abrazos rotos", Penélope Cruz se muestra sucesivamente con los rasgos dramáticos del cine negro, a lo Gene Tierney, y con la elegante levedad de las comedias, a lo Audrey Hepburn.
Blanca Portillo, Carmen Machi, Rubén Ochandiano, Tamar Novas completan el elenco en el que tienen dos cortos papeles Lola Dueñas y Rossy de Palma.
Afirmando que su película es "una metáfora" de lo que ocurre en España, donde después del franquismo los españoles decidieron olvidar, Almodóvar afirmó que hoy es "indispensable recuperar la memoria del pasado" para que éste no se convierta en una herida que no se cierra nunca.
Es lo que hace el personaje de "Los abrazos rotos", agregó.
El cineasta, que concursó en Cannes con "Todo sobre mi madre" (1999) y "Volver" (2006), recibió en ambos casos premios menores (dirección para la primera, guión y premio colectivo de actuación femenina para la segunda) tras haber sido ensalzado unánimemente por la crítica y considerado favorito durante todo el Festival.
En la presente edición, hasta este martes, antes de proyectarse "Los abrazos rotos", las preferencias en los pronósticos que publican diariamente en Cannes las revistas profesionales iban a "Un profeta", del francés Jacques Audiard.
Pero "ser favorito en Cannes es una maldición", como lo había declarado en 2006 Almodóvar. Con lo que esta tercera vez en liza por la Palma de Oro, pese al menor entusiasmo en la acogida, quizá sea la vencida para el cineasta español.
Segunda película en competición el martes, "Vincere" del italiano Marco Bellocchio narra un episodio poco conocido de la vida de Benito Mussolini. El dirigente fascista italiano tuvo un hijo con una mujer llamada Ida Dalser, que fue su amante y reivindicaba ser su esposa legítima.
Combinando su narración con imágenes de archivo, Vellocchio cuenta la tragedia de esa mujer, que luchó hasta el fin por que su hijo fuera reconocido como primogénito del dictador, contra la cual se movilizó todo el aparato represor del régimen y que, al igual que su hijo, fue encerrada en un manicomio hasta su muerte
Y, sin embargo, "Los abrazos partidos" es una película magistral. Entre melodrama y género negro con paréntesis de comedia, entre pasado y presente, entre la película que él nos cuenta y las que se filman en el interior de su historia, Almodóvar construye una osada arquitectura cinematográfica que no impide la fluidez de la narración.
Harry Kane (Lluis Homar) es un guionista ciego. Su nombre en realidad es el seudónimo de Mateo Blanco, director de cine que perdió la vista y a la mujer que amaba, Lena (Penélope Cruz) en un accidente de automóvil. Desde entonces, para él, cineasta que no puede hacer cine, Mateo ha muerto y sólo acepta ser nombrado con el nombre de Harry.
Catorce años después del drama, la reaparición del hijo del empresario Ernesto Martel (José Luis Gómez), productor de su última película y amante que Lena abandonó por él, obligan a Mateo a afrontar el pasado.
Lena era su actriz en la comedia que rodaba entonces, "Chicas y maletas", una recreación de "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que encanta a los admiradores de Almodóvar y que ofrece a Penélope Cruz un brillante doble rol.
En "Los abrazos rotos", Penélope Cruz se muestra sucesivamente con los rasgos dramáticos del cine negro, a lo Gene Tierney, y con la elegante levedad de las comedias, a lo Audrey Hepburn.
Blanca Portillo, Carmen Machi, Rubén Ochandiano, Tamar Novas completan el elenco en el que tienen dos cortos papeles Lola Dueñas y Rossy de Palma.
Afirmando que su película es "una metáfora" de lo que ocurre en España, donde después del franquismo los españoles decidieron olvidar, Almodóvar afirmó que hoy es "indispensable recuperar la memoria del pasado" para que éste no se convierta en una herida que no se cierra nunca.
Es lo que hace el personaje de "Los abrazos rotos", agregó.
El cineasta, que concursó en Cannes con "Todo sobre mi madre" (1999) y "Volver" (2006), recibió en ambos casos premios menores (dirección para la primera, guión y premio colectivo de actuación femenina para la segunda) tras haber sido ensalzado unánimemente por la crítica y considerado favorito durante todo el Festival.
En la presente edición, hasta este martes, antes de proyectarse "Los abrazos rotos", las preferencias en los pronósticos que publican diariamente en Cannes las revistas profesionales iban a "Un profeta", del francés Jacques Audiard.
Pero "ser favorito en Cannes es una maldición", como lo había declarado en 2006 Almodóvar. Con lo que esta tercera vez en liza por la Palma de Oro, pese al menor entusiasmo en la acogida, quizá sea la vencida para el cineasta español.
Segunda película en competición el martes, "Vincere" del italiano Marco Bellocchio narra un episodio poco conocido de la vida de Benito Mussolini. El dirigente fascista italiano tuvo un hijo con una mujer llamada Ida Dalser, que fue su amante y reivindicaba ser su esposa legítima.
Combinando su narración con imágenes de archivo, Vellocchio cuenta la tragedia de esa mujer, que luchó hasta el fin por que su hijo fuera reconocido como primogénito del dictador, contra la cual se movilizó todo el aparato represor del régimen y que, al igual que su hijo, fue encerrada en un manicomio hasta su muerte