Es que, de no ser por eso, o por un monstruo y un dragón gigante, no existe demasiada explicación para que Beowulf esté hecha en este sistema de animación, similar pero mejorado, al que Robert Zemeckis usó en El Expreso Polar. ¿O será que es más barato y rápido que un filme tradicional? Como lo probó la saga El Señor de los Anillos, personajes digitales se pueden mezclar con actores y a nadie le molesta. Pero cuando uno quiere involucrarse emocionalmente en las desventuras de Beowulf, el heroico vikingo que protege a una aldea nórdica del monstruoso Grendel para luego convertirse en rey y hacer un extraño pacto con "la diabla", la sensación de estar viendo una mezcla de película de acción violenta con una nueva Shrek saca por completo de la trama.
Beowulf, la leyenda tiene un guión de Neil Gaiman y Roger Avary que tiene todo para convertirse en un filme épico de aventuras. Zemeckis (Volver al futuro, Forrest Gump) se caracteriza por ser un cineasta con un fuerte impulso narrativo que trata de evitar que el espectador se aburra o que vea el espectáculo sólo por el impacto. Beowulf cobra vuelo por secuencias, especialmente las relacionadas a las batallas con Grendel, primero, y con un poderoso dragón, al final. Algunas situaciones dramáticas apuntan a cobrar intensidad, pero tienden a malograrse en esa mirada hueca y vacía de los personajes animados. Si son "casi" como actores reales, ¿por qué no usar actores y listo? ¿Tiene sentido pasarse años tratando de imitar algo que puede ser capturado por una cámara de cine? No se trata aquí de negar los efectos y placeres de la animación —al contrario—, sólo de cuestionar la absurda obsesión que algunos tienen por imitar con ella la realidad. Hay particularidades que tiene el cine —el captar cierto nervio en un rostro, la tensión de un movimiento, la profundidad de una mirada— que no logra reproducir este sistema.
Armada para ser exhibida en 3D —todo "apunta" literalmente al espectador—, ésa será la mejor forma de disfrutar Beowulf, un producto impactante pero desperdiciado, que le hace a uno preguntarse a cada rato el motivo de tamaño emprendimiento. Y claro, uno termina volviendo a la Jolie, desnuda, saliendo del agua. Tal vez, si se lo pedían con onda, por ahí lo hacía de verdad...