Era una época en que los niños fantaseaban con levantar una espada y decir: "¡Por el poder de Greyskull!" para convertirse en He-Man, el superhéroe musculoso que batía a duelo a Skeletor, un malo bien malo que pretendía invadir el reino de Eternia. Los adolescentes evitaban soñar con Freddy Krueger, un asesino de ultratumba con unas garras filosas hechas de cuchillos capaz de meterse en las pesadillas de toda una generación. Por ese entonces, también, el señor Miyagi enseñaba a Daniel-san a desafiar las leyes de gravedad con la famosa "grulla" arriba de un tronco con un diámetro ínfimo y millones de reptiles del espacio sideral, que adquirían forma humana, intentaban conquistar la Tierra. Todo lo anterior podría ser una mera sucesión de recuerdos del arcón de los 80. Pero no lo es: la estética y los personajes de esos años están más vivos que nunca en la agenda del cine y de la TV de 2009 y 2010. De hecho, Hollywood desempolvará a la serie infantil He-Man (1983); a los integrantes del programa Brigada A (1983); al malévolo Freddy Krueger de Pesadilla (1984); a los dibujos animados de Los Pitufos (1981); al señor Miyagi y a su aprendiz karateca (1984) y a Tron, que en 1982 profetizaba sobre un mundo regido por bytes y microchips.
La TV no se queda atrás. A las ya estrenadas y luego canceladas Knight Rider -conocido aquí como El auto fantástico, que, en 1982, catapultó a la fama a David Hasselhoff- y Terminator: The Sarah Connor Chronicles, basada en la franquicia fílmica iniciada en 1984, se suma la llegada de la nueva versión de V, invasión extraterrestre (1983), que ya se estrenó en los Estados Unidos y el año próximo llegará al cable de nuestro país.
Gracias a la masificación del DVD, es posible ver las temporadas completas de División Miami (1984), las animadas He-Man, She-ra (1985), Transformers (1984) y Robotech (1985), sólo por nombrar algunos programas que hasta hace un par de años parecían ser únicamente patrimonio de coleccionistas.
El reciclado permanente
Todo se recicla. "¿La industria del espectáculo se quedó sin ideas?", critican algunos a este constante "homenaje" a la época. Podría decirse que sí, pero a medias, porque el revival esconde un fenómeno mucho más complejo que aglutina aspectos económicos y emotivos, que se potencian gracias a los avances tecnológicos.
"Lo nuevo es lo viejo", resumió el costado comercial del asunto a la revista especializada Variety Karen McTier, vicepresidente de Marketing de los estudios Warner Bros. Y de alguna manera hay que darle la razón si se miran sólo los números. Cuando este año se estrenó el film Transformers: La venganza de los caídos, segundo film basado en la serie animada, recaudó 830 millones de dólares en las taquillas del mundo. Y eso sólo en los cines. Uno de los negocios alternativos a la película fue el merchandising. Según publicó la misma Variety, el año pasado en los Estados Unidos, este mercado alcanzó los 191.000 millones de dólares. De ahí, el interés de las compañías de juguetes Hasbro y Mattel por utilizar la pantalla para rescatar a sus personajes articulados de los 80 como G.I. Joe y He-Man, respectivamente.
Sin embargo, parafraseando a Tu-Sam, "puede fallar": G.I. Joe, el origen de Cobra, protagonizada por Dennis Quaid, que se estrenó en agosto pasado, no logró recuperar su costo a su llegada a los cines de su país. A la nueva versión del clásico de Alan Parker de 1980, Fama, no le fue nada bien. El film, que se proyectó en septiembre pasado, obtuvo como ínfima ganancia 4 millones de dólares.
Si las estrellas de cine de los 80 "actualizan" su anatomía con extremas sesiones de cirugía estética, las versiones de las películas de esa época pasan por un proceso similar. Así, los costos de producción van a parar a la financiación de abundantes efectos especiales y digitales y a la cada vez más presente tecnología 3 D con el objetivo de seducir a la nueva camada de consumidores. Se trata ?según un informe de 2008 por la organización The Pew Research Center? de un público conformado por jóvenes adultos, de 18 a 25 años, que están expuestos a múltiples estímulos gracias a que se criaron usando computadoras, teléfonos celulares e Internet, lo que hace que no sean fáciles de contentar.
Los tiempos de la felicidad
Si bien cada generación siempre rescata sus glorias del pasado, existe algo que los nostálgicos de otros tiempos no tenían y que permite multiplicar el efecto revival: la Web. Gracias a esa suerte de democratización de contenidos que es tan propia de Internet, los internautas pueden subir, intercambiar y mirar videos sobre las series y personajes de los 80. Así, en el sitio Youtube, por ejemplo, hay más de 17.000 clips de He-Man. Algunos de ellos fueron vistos por más de 3 millones de usuarios. También, los nostálgicos pueden rendirle tributo en alguna de las redes sociales. En Facebook existen varios clubes de fans en torno de una determinada figura, película o serie ochentosa que pueden llegar a reunir un promedio de entre 10.000 y 40.000 inscriptos.
Más allá de las razones económicas y emotivas, los 80 llegaron para quedarse como si se tratara de un fenómeno que escondiera la nostalgia por un pasado en el que parecíamos haber sido más felices. Pero, también, explicita la esperanza de encontrar en esa época una brújula que oriente en un presente en el que las coordenadas se difuminan cada vez más