El Lennon adolescente (Aaron Johnson) que se ve en el film es una figura relativamente tímida, que vive con su tía Mimi (Kristin Scott Thomas) y su tío George (David Threlfall). Aún no descubrió a Elvis: los eventos que lo empujan al rock and roll son el regalo de una armónica, una muerte familiar, su rebeldía innata y el restablecimiento de su relación con su madre Julia (Anne-Marie Duff), quien lo abandonó cuando tenía cinco años. La metamorfosis de Lennon de adolescente inseguro a joven rockero está presentada de una manera quizá predecible, pero no por eso menos disfrutable. Se lo ve empezar a vestirse como James Dean y la música de la banda de sonido cambia con él: en un momento es “Mr. Sandman”, y al siguiente “Shake, Rattle & Roll” y Screamin’ Jay Hawkins. Las respuestas de Lennon también empiezan a mejorar, asoma el sarcasmo. Forma The Quarrymen y pronto puede entreverse a los futuros Beatles: una pequeña versión de Paul McCartney (encarnado de manera atractiva por Thomas Brodie Sangster) que toca la guitarra para zurdos y pide una taza de té, un George Harrison (Sam Bell) en la parte superior de un bus, mostrándole su habilidad con la guitarra a Lennon.
Hubo muchos otros films y documentales sobre los primeros días de The Beatles y el nacimiento del rock and roll en Gran Bretaña. Pero éste no es realmente el tema de Nowhere boy. La figura central es la madre de Lennon, atractiva y de espíritu libre, pero también con algo trágico. Anne-Marie Duff pone en su personaje una extraordinaria vitalidad, una nerviosa energía. Hay una incómoda dimensión edípica en la relación de ella con Lennon, tan fascinado pero a la vez consciente de que lo dejó y podría hacerlo de nuevo. Mientras Julia representa el caos y el hedonismo, la tía Mimi (personificada por Scott Thomas con severidad, pero a la vez de un modo emocionante) es la disciplina y el pensamiento rígido: Lennon está atrapado entre dos hermanas tan diferentes, y Aaron Johnson acierta en la combinación de desafío, egoísmo y vulnerabilidad con la que afronta su rol.
Sam Taylor-Wood podrá ser un “joven artista británico”, pero Nowhere boy tiene un estilo relativamente convencional. Más allá de un par de flashbacks y secuencias oníricas, los desbordes expresionistas están reducidos al mínimo. Aun así, se trata de un proyecto bien personal para Taylor-Wood, que sostiene la teoría de que Lennon debió lidiar siempre con el abandono de sus padres. Nowhere boy tiene suficiente música y detalle biográfico como para enganchar a los fans de The Beatles y de Lennon, pero es mucho más íntima que la típica biopic de una estrella de rock. Para el momento en que la cruda y dolorida balada “Mother” suena en los créditos finales, el público deberá hacer un esfuerzo para no apelar a los pañuelos de papel.