Jeff Daniels, actualmente en pantalla en Buenas noches, y buena suerte y Historias de familia ( The Squid an the Whale), ha pasado un par de décadas como uno de esos actores de Hollywood a quienes siempre se los conoce como "ese tipo". Nunca ha sido una estrella cuya vida aparece en las revistas de chimentos, pero eso le parece bien a Daniels, a quien le gusta tocar música y escribir obras de teatro para la Purple Rose Theater Company, que él dirige en la ciudad donde vive, Chelsea, Michigan.
A los 50, Daniels —que a menudo aparece en las películas como el buen tipo o el idiota inservible— parece haber encontrado un papel oscuro para contrarrestar esa imagen: Bernard Beckman, el autor/académico a quien se le ha pasado su hora de Historias de familia, de Noah Baumbach. Tanto la película como el papel de Daniels han recibido calurosas críticas.
El representante de Daniels conocía al productor Peter Newman y había oído que Baumbach tenía dificultades para encontrar al protagonista masculino: un pretencioso académico que se enfrenta a un matrimonio que se desmorona y al alejamiento de sus dos hijos varones.El actor leyó el guión y se preguntó qué debía hacer para "robarse" el papel. Bernard no era el tipo de personaje que Daniels solía tener la oportunidad de intentar, y Daniels confesó que, aun después de haberlo obtenido, no tenía idea cómo abordarlo.
Más tarde, después de pensarlo mejor, Daniels se dio cuenta de que, después de todo, tenía cierta afinidad psicológica. "Conocía a los escritores. Escribo obras de teatro desde hace diez años, así que entiendo el pensamiento del escritor. Podía encontrar ese lugar con bastante facilidad", dice.
"Vivo en Michigan —continua Daniels, que ha criado a tres hijos en Chelsea—. He trabajado con muchos tipos que ganan mucho más dinero que yo y han ganado premios. No me amarga, pero está ahí, y todo el mundo quiere ser más reconocido y apreciado. Así que tomé eso, le eché nafta y le prendí fuego. Ahí enganché a Bernard.
"Si bien hay directores que no logran reconocer y apreciar el valor de Daniels, Baumbach no era uno de ellos. Al conocer a Daniels —que voló a Nueva York para una entrevista cara a cara—, Baumbach rápidamente se entendió con el actor cuando se dio cuenta de que Daniels pensaba que el guión, premiado en Sundance, era humorístico.
"Me gustó que dijera eso y pensara así —dice Baumbach—. Para ese papel, yo quería a un actor que fuera intrínsecamente gracioso. Además, Daniels tiene unos ojos muy tristes, cosa que me gustó. Tenía la imagen de un tipo con una gran barba y ojos azules que miraban con tristeza. Siempre lo admiré mucho, pero no había pensado en él para el papel. Saber que estaba interesado despertó mi interés.
"Daniels estaba también muy interesado, en trabajar junto a Laura Linney, actriz a quien califica de "tan buena que da miedo. Te conectás con ella y te mejora."
"Era un gran papel, y rara vez me ofrecen algo así —señala—. Sabía que podía hacerlo. Sólo que no tenía ni la más mínima idea de cómo. Eso te hace trabajar todos los días.
"Indudablemente, Bernard tiene conflictos. El personaje es un snob, totalmente inconsciente de lo que transmite o del efecto que tiene su patoteo intelectual sobre sus hijos. Con su fama barranca abajo, Bernard se ve obligado a presenciar el ascenso de su futura ex esposa, Joan, que acaba de publicar su primer libro.
"Es bien intencionado. Trata de hacer lo correcto con sus hijos, se considera una víctima en esto", dice Daniels sobre Bernard, personaje basado en el padre novelista de Baumbach, Jonathan. "Además sufre. Se lo ignora en tal medida como escritor que le resulta doloroso. No es así como se ve a sí mismo, y cuenta con sus libros para demostrarlo.
"Hasta la fecha, agrega, las elecciones que ha hecho Daniels en su carrera han sido deliberadas. Después de saltar de la Circle Rep Theatre Company de Nueva York a Hollywood a principios de los '80, Daniels debutó en cine en 1981 en Ragtime, de Milos Forman. Apenas había cumplido los 30 cuando interpretó al inservible marido de Debra Winger, Flap, en La fuerza del cariño.
A esto le siguieron el doble papel de una estrella de cine y el personaje que encarna y sale de la pantalla en La rosa púrpura del Cairo, y el de la víctima de la alocada aventura de Melanie Griffith en Totalmente salvaje, de Jonathan Demme.
Pero si la fama le hacía guiños, Daniels no le prestaba atención. Quería seguir haciendo cine pero no establecerse en Los Angeles. El y su esposa Kathleen Treado eligieron criar a sus hijos en el Medio Oeste. Y por cada Aracnofobia, Daniels optaba por alguna película independiente.
"Crecí artísticamente en el off Broadway —sostiene— y empecé a hacer cine independiente en un momento en el que podría haber trepado por la escalera del estrellato. Pero eso fue lo que elegí. Quería ser actor."
"Para ser sincero, no creía que mi carrera fuera a durar. Las carreras no duran —continúa—. Duran seis o siete películas, si uno tiene suerte, y después, adiós. No me interesa el estrellato. Díganme lo que quieren que haga: Acción y Corten. Ahí estaré. Así fue como elegí hacer las cosas, y eso es lo que me ha llevado adelante... Eso y Tonto y Retonto."
A los 50, Daniels —que a menudo aparece en las películas como el buen tipo o el idiota inservible— parece haber encontrado un papel oscuro para contrarrestar esa imagen: Bernard Beckman, el autor/académico a quien se le ha pasado su hora de Historias de familia, de Noah Baumbach. Tanto la película como el papel de Daniels han recibido calurosas críticas.
El representante de Daniels conocía al productor Peter Newman y había oído que Baumbach tenía dificultades para encontrar al protagonista masculino: un pretencioso académico que se enfrenta a un matrimonio que se desmorona y al alejamiento de sus dos hijos varones.El actor leyó el guión y se preguntó qué debía hacer para "robarse" el papel. Bernard no era el tipo de personaje que Daniels solía tener la oportunidad de intentar, y Daniels confesó que, aun después de haberlo obtenido, no tenía idea cómo abordarlo.
Más tarde, después de pensarlo mejor, Daniels se dio cuenta de que, después de todo, tenía cierta afinidad psicológica. "Conocía a los escritores. Escribo obras de teatro desde hace diez años, así que entiendo el pensamiento del escritor. Podía encontrar ese lugar con bastante facilidad", dice.
"Vivo en Michigan —continua Daniels, que ha criado a tres hijos en Chelsea—. He trabajado con muchos tipos que ganan mucho más dinero que yo y han ganado premios. No me amarga, pero está ahí, y todo el mundo quiere ser más reconocido y apreciado. Así que tomé eso, le eché nafta y le prendí fuego. Ahí enganché a Bernard.
"Si bien hay directores que no logran reconocer y apreciar el valor de Daniels, Baumbach no era uno de ellos. Al conocer a Daniels —que voló a Nueva York para una entrevista cara a cara—, Baumbach rápidamente se entendió con el actor cuando se dio cuenta de que Daniels pensaba que el guión, premiado en Sundance, era humorístico.
"Me gustó que dijera eso y pensara así —dice Baumbach—. Para ese papel, yo quería a un actor que fuera intrínsecamente gracioso. Además, Daniels tiene unos ojos muy tristes, cosa que me gustó. Tenía la imagen de un tipo con una gran barba y ojos azules que miraban con tristeza. Siempre lo admiré mucho, pero no había pensado en él para el papel. Saber que estaba interesado despertó mi interés.
"Daniels estaba también muy interesado, en trabajar junto a Laura Linney, actriz a quien califica de "tan buena que da miedo. Te conectás con ella y te mejora."
"Era un gran papel, y rara vez me ofrecen algo así —señala—. Sabía que podía hacerlo. Sólo que no tenía ni la más mínima idea de cómo. Eso te hace trabajar todos los días.
"Indudablemente, Bernard tiene conflictos. El personaje es un snob, totalmente inconsciente de lo que transmite o del efecto que tiene su patoteo intelectual sobre sus hijos. Con su fama barranca abajo, Bernard se ve obligado a presenciar el ascenso de su futura ex esposa, Joan, que acaba de publicar su primer libro.
"Es bien intencionado. Trata de hacer lo correcto con sus hijos, se considera una víctima en esto", dice Daniels sobre Bernard, personaje basado en el padre novelista de Baumbach, Jonathan. "Además sufre. Se lo ignora en tal medida como escritor que le resulta doloroso. No es así como se ve a sí mismo, y cuenta con sus libros para demostrarlo.
"Hasta la fecha, agrega, las elecciones que ha hecho Daniels en su carrera han sido deliberadas. Después de saltar de la Circle Rep Theatre Company de Nueva York a Hollywood a principios de los '80, Daniels debutó en cine en 1981 en Ragtime, de Milos Forman. Apenas había cumplido los 30 cuando interpretó al inservible marido de Debra Winger, Flap, en La fuerza del cariño.
A esto le siguieron el doble papel de una estrella de cine y el personaje que encarna y sale de la pantalla en La rosa púrpura del Cairo, y el de la víctima de la alocada aventura de Melanie Griffith en Totalmente salvaje, de Jonathan Demme.
Pero si la fama le hacía guiños, Daniels no le prestaba atención. Quería seguir haciendo cine pero no establecerse en Los Angeles. El y su esposa Kathleen Treado eligieron criar a sus hijos en el Medio Oeste. Y por cada Aracnofobia, Daniels optaba por alguna película independiente.
"Crecí artísticamente en el off Broadway —sostiene— y empecé a hacer cine independiente en un momento en el que podría haber trepado por la escalera del estrellato. Pero eso fue lo que elegí. Quería ser actor."
"Para ser sincero, no creía que mi carrera fuera a durar. Las carreras no duran —continúa—. Duran seis o siete películas, si uno tiene suerte, y después, adiós. No me interesa el estrellato. Díganme lo que quieren que haga: Acción y Corten. Ahí estaré. Así fue como elegí hacer las cosas, y eso es lo que me ha llevado adelante... Eso y Tonto y Retonto."