Truman Capote dijo que había destruido Summer crossing, Desayuno en Tiffany's". pero en realidad la escondió en su casa de Brooklyn y, tras ser descubierta el pasado año, fue subastada y adquirida por la editorial Random House, que describe sus 144 páginas como "raras, provocadoras, irrefrenablemente despreocupadas. La heroína de la novela le recordará a los lectores a una de las más imperecederas creaciones de Truman Capote, Holly Golightly, de Capote nunca quiso publicarla en vida porque la consideró mediocre y, según la biografía de Gerald Clarke, tras pasar varios meses en la Alabama de su infancia tratando de terminarla, regresó a Nueva York y en diciembre de 1944 anotó en su diario cómo la escondió en el fondo de un cajón y comenzó a escribir Otras voces, otros ámbitos, que se convertiría en su primer libro oficial, y que le hizo célebre a los 23 años.
Summer crossing, que Capote comenzó a escribir en 1943, tiene como protagonista a una chica de 17 años, Grady McNeil, que forma parte de la alta sociedad neoyorquina y su acción se desarrolla en la década de los años cuarenta, en el mundo del espectáculo. Gerald Clarke, biógrafo de Capote, dijo cuando se encontró el texto que si el autor no consideró que valía la pena publicarla, sus deseos serían respetados. Pero finalmente los ejecutores del testamento del autor autorizaron su publicación. El manuscrito de Summer crossing fue encontrado el año pasado en el fondo de una caja de papeles y fotos de Capote que guardaban familiares de una persona que cuidó durante un tiempo la casa del autor, mientras éste escribía en Suiza A sangre fría. "Elegante, rebelde e irrefrenablemente despreocupada, la heroína de esta novela recordará a los lectores una de las creaciones más duraderas de Truman Capote: Holly Golightly", dijo Random House en un comunicado difundido el pasado jueves.
No obstante, fue A sangre fría la novela que le convirtió en mito, y ahora dos películas la revisan al desmenuzar los seis años que transcurrieron desde que el escritor partió hacia el pueblo de Holcomb (Kansas) atraído por el sangriento e inexplicable asesinato de una familia de granjeros -los Clutters- en 1959 y la publicación del libro dedicado a aquel crimen.
Capote, dirigida por Bennett Miller y protagonizada por Philip Seymour Hoffman, se estrenó el viernes de la semana pasada en Estados Unidos, el mismo día en que, de haber estado vivo, el escritor habría cumplido 81 años. El año próximo se estrenará Have you heard?, en la que será el semidesconocido Toby Jones el encargado de personificarle.
"Cuando pienso en lo bueno que será se me corta la respiración", le advertía ansioso Capote a su amiga la escritora Nelle Harper Lee cuando A sangre fría aún estaba en ciernes. La intención de Capote era describir el impacto del asesinato de los Clutters en ese rincón de la América profunda y demostrar que en las manos de un escritor, la no ficción podría ser tan apasionante de leer como la ficción. "Quería producir una novela periodística, algo a gran escala que tuviera la credibilidad de un hecho real, el impacto de una película, la profundidad y la libertad de la prosa y la precisión de la poesía", dijo Capote años después. Nacía así lo que él bautizó como "la primera novela de no ficción" de la literatura.
El escritor, abiertamente homosexual, amanerado, menudo, con un guardarropa poco convencional y una voz de agudeza extrema y timbre infantil, consiguió superar el recelo inicial que su insólita -para la época- personalidad provocó en los habitantes de Holcomb y ganarse la confianza del pueblo. Pero su verdadero triunfo fue conquistar el alma de los asesinos, Perry Smith y Dick Hickock, a quienes se arrestó dos meses después del crimen y con quienes entabló una fuerte amistad que se prolongó hasta que se les aplicó la pena de muerte en abril de 1965.
A través de largas conversaciones con ellos y utilizando la precisión periodística propia de un reportero, Capote consiguió su objetivo: escribir un thriller único en el que todos los protagonistas, sus diálogos, su psicología y sus circunstancias eran absolutamente reales.
Para Gerald Clarke, autor de la biografía Capote, en la que está basada la película homónima, "Philip Seymour Hoffman ha hecho mucho más que interpretar a Truman Capote. Lo ha resucitado". Su opinión coincide con la de los críticos de cine, que no dejan de repetir que este brillante actor será uno de los candidatos indiscutibles a los Oscar de este año. Hoffman ha sabido transmitir con precisión la compleja personalidad del escritor, mostrando desde su lado más frívolo y popular, por el que rápidamente fue conocido en las fiestas de la alta sociedad neoyorquina, hasta el más oscuro y manipulador, que desplegó sin escrúpulos con tal de conseguir que los protagonistas de A sangre fría le desvelaran sus secretos más íntimos.
Capote consiguió hacerse muy amigo de Perry Smith, uno de los dos asesinos, y llegó incluso a buscarle un buen abogado para prolongar su vida y darle tiempo para que adquiriera confianza y le relatara el crimen en primera persona.
Una vez conseguido su objetivo, Capote le abandonó. El escritor se debatió entre su cariño hacia Perry, de quien llegó a decir que eran dos almas muy similares, y su deseo de verle muerto para poder publicar su libro. La tarea de completar A sangre fría casi acaba con él, y aunque no ocurrió inmediatamente, el filme muestra, a través de la sutil actuación de Hoffman, lo que Clarke escribió hace años: "En algunas vidas hay momentos hacia los que se puede mirar más tarde y ver las líneas que definen el dramático principio de una ascensión o de un declive. A sangre fría es esa línea que marca la caída en la vida de Capote".
Hasta entonces, un escritor de talento tenía que seguir los pasos de Scott Fitzgerald o William Faulkner y escribir ficción. La no ficción era un género menor, para periodistas e historiadores. Capote demostró que se podían combinar ambas cosas, abriendo con A sangre fría las puertas de una nueva corriente literaria que marcó tanto a su generación como a las venideras. "Es el escritor más perfecto de todos nosotros", dijo de él Norman Mailer.
Sin embargo, aquella fue la última novela que Capote fue capaz de completar. El personaje devoró en poco tiempo a la persona y al artista. A sangre fría le hizo célebre entre todas las clases sociales estadounidenses, pero su pasión por la autopromoción y lo que hoy se llamaría el figuretismo -"Yo tengo una continua historia de amor con las cámaras", decía- lo convirtieron en una caricatura de sí mismo.