François Ozon es uno de los directores franceses con más proyección internacional de la actualidad. Sus películas se estrenan en todo el mundo. Aunque tiene algunos desniveles, "Vida en pareja" está entre las más interesantes de su carrera. Se trata de una historia de amor prototípica, por ejemplo-, pero narrada inversamente, a la manera de films como "Memento" e "Irreversible".
Esto ya lo han dicho casi todos. Lo que pocos notaron es que, más allá de la pátina de cinismo y desesperanza que recubre a la historia, Ozon hizo un film sobre la disolución de un vínculo, pero no sobre la imposibilidad del amor.
Cuando concluye el recorrido por la vida en pareja de los protagonistas -que empieza por su divorcio y continúa con sus pasajes de felicidad, angustia, deseo sexual, abatimiento, celos e indiferencia-, la sensación que puede transmitir el deliberado final de tarjeta postal -el que muestra el feliz inicio de la relación- es de una cándida esperanza: algo que arranca así merece volver a intentarlo, una y otra vez. No se puede vivir sin amor.