En Lost , toda revelación trae aparejado un nuevo misterio. Incluso ahora, que a la serie que bien puede considerarse la más famosa e influyente del mundo (al menos si uno tiene Internet) le queda sólo media docena de capítulos para desentrañar un universo que se resiste a todos nuestros intentos de explicarlo como a otro ciclo de TV (y quizás a la larga se revele como otra cosa). No hay mejor botón de muestra de la capacidad de Lost de englobar registros y géneros disímiles en sus redes misteriosas que el capítulo de anoche de la ficción, "Ab Aeterno" (algo así como "desde siempre"), en el que se reveló la historia de uno de sus personajes más enigmáticos, el inmortal Richard Alpert.
Para quienes no lo hayan visto aún y vayan a hacerlo en su repetición (el domingo, a las 11 y 21, por AXN), mejor dejar de leer en este punto. Porque la forma en la que Alpert se convirtió en el consejero de los Otros y mano derecha de Jacob, el "guardián" de la isla, estaba muy lejos de las teorías que pretendían explicar su lugar de preeminencia. Incluso las del propio Néstor Carbonell, quien interpreta al personaje en el programa. "Ni yo sabía quién era en realidad, porque no nos cuentan esas cosas -explica, vía telefónica-. Y estoy muy feliz, porque no podía estar más equivocado. Yo pensé que había nacido en la isla, hasta que era una especie de emanación corpórea de ella, hasta creí que su inmortalidad venía del hecho de que los habitantes del lugar envejecían más lento allí. ¿Puedes creerlo? Es imposible descubrir qué piensan los libretistas acá".
Saltando de la épica romántica a la disquisición metafísica, Lost mostró cómo Alpert fue en su vida previa un pobre campesino de Tenerife a mediados del siglo XIX, encarcelado por matar accidentalmente al médico que se había negado a salvar a su esposa, que es vendido como esclavo y naufraga en la isla a bordo del Black Rock, el barco encallado en el que hace pocos episodios quiso suicidarse -y no pudo- tras convencerse de que Jacob le había mentido acerca de su misterioso "plan".
"Me encantó descubrir que no era quien estaba a cargo de todo. Los autores tomaron un personaje mítico y lo hicieron humano: es alguien que siente que debe expiar sus pecados por toda la eternidad y que, a la vez, no se resigna a haber perdido a su mujer", explica el actor nacido en Nueva York, que con este capítulo se dio el gusto de actuar por primera vez en español.
El episodio también sirvió para conocer la primera explicación acerca de la naturaleza de la isla y para descubrir algo más de las reglas que rigen la dinámica entre el justo Jacob (Mark Pellegrino) y el tramposo Hombre de Negro (Titus Welliver). Pero, como decíamos antes, la revelación sólo trae otras preguntas. Interrogantes que Lost se está tomando todo el tiempo del mundo en responder.
¿Es la isla verdaderamente el corcho metafísico que evita que el mal se derrame por el mundo, como le explica Jacob a Richard? Si es así, ¿cuál es la botella que lo contiene? ¿Por qué el rubio guardián es capaz de conceder el deseo de Richard de no morir, pero no el de perdonarle sus pecados o devolverle a su esposa? ¿Ha habido antes otro Jacob, otro Richard y otro Hombre de Negro? Carbonell promete que éstas y otras preguntas -las centrales, como ¿qué es Lost ?- serán respondidas de forma "alucinante". Aunque ni él sabe exactamente cómo: "Estamos filmando el último capítulo, pero no me dieron el guión completo, sólo la parte de mi personaje. Nadie, ni siquiera el director, vio aún las últimas siete páginas, donde está el verdadero final".
Mientras cada fanático piensa en lo que significaría hacerse de esas carillas, Carbonell aquieta las aguas -o no- con otra revelación. "Voy a ser muy honesto: a mí me encantó quién eligieron para reemplazar a Jacob. No puedo estar seguro de que ésa sea la decisión final, dado que no están esas benditas páginas, pero sí me encantó cómo lo resolvieron, tanto como actor como fanático. Es más: puedo garantizarles que en todos los capítulos, a partir de éste, y especialmente en el número 15, habrá respuestas para todo y para todos." Habrá que creerle. O reventar